La represión cultural en Rusia alcanzó un nuevo nivel la pasada semana con el arresto de Diana Loginova, una joven de 18 años, estudiante del Conservatorio de Música Rimski-Kórsakov y vocalista del grupo callejero “StopTime” (Стоптайм), conocida artísticamente como Naoko.
El tribunal del distrito Dzerzhinski de San Petersburgo la condenó a 13 días de arresto administrativo, acusándola de organizar una concentración no autorizada que alteró el orden público. Sus compañeros de grupo, el guitarrista Alexandr Orlov y el baterista Vladislav Leóntiev, recibieron también penas de 12 y 13 días de arresto, respectivamente, bajo los mismos cargos.
La persecución comenzó tras denuncias de activistas pro-Kremlin que se quejaron de los videos virales donde StopTime interpretaba canciones de músicos catalogados por las autoridades rusas como “agentes extranjeros”, entre ellos Monetochka, Noize MC, Zemfira y Pornofilmy, todos conocidos por sus mensajes críticos hacia la guerra en Ucrania y el gobierno ruso.
El grupo, que se presenta espontáneamente en las calles desde la primavera de 2025, anunciaba sus conciertos en su canal de Telegram, el cual duplicó sus seguidores tras los arrestos, superando los 24.000 suscriptores en 24 horas.
“Que bailen los cisnes”: la canción protesta
El 11 de octubre, la banda ofreció un recital frente a la estación de metro Plóshchad Vosstania, donde interpretó los temas “Svetlaya Polosa” (Franja de luz) de Noize MC y “Eto bylo v Rossii” (Eso fue en Rusia) de Monetochka. Al día siguiente, tocaron en la avenida Nevski, frente a la catedral de Kazán, incluyendo la canción “Kooperativ Lebedinoe Ozero” (Cooperativa Lago de los Cisnes), pieza prohibida en Rusia desde mayo por “formar una actitud negativa hacia las autoridades y las Fuerzas Armadas”, según la decisión judicial.
El estribillo de la canción dice:
“¿Dónde estabas ocho años, malditos inhumanos?
Quiero ver un ballet: que bailen los cisnes.
Que tiemble el abuelo por su ‘Lago’,
que se larguen los Soloviov de la pantalla — que bailen los cisnes.”
El tema, una crítica abierta a la propaganda bélica en Rusia y a la corrupción rampante en las altas esferas del Kremlin, fue determinante en la acusación contra los músicos. La policía argumentó que alrededor de 70 personas se congregaron y “bloquearon el acceso al metro”. Sin embargo, Loginova declaró ante el tribunal que su actuación fue espontánea y que “nadie obstaculizó el tránsito ni se alteró el orden público”.
El símbolo del “Lago de los Cisnes”
La expresión “que bailen los cisnes” (пусть танцуют лебеди) es una referencia sarcástica y cargada de ironía política al “Lago de los Cisnes”, el famoso ballet de Piotr Chaikovski.
Durante la era soviética —y particularmente en los años finales de la URSS— la televisión estatal rusa interrumpía su programación para transmitir “Lago de los Cisnes” cada vez que ocurría una crisis política o la muerte de un líder del Kremlin. Así ocurrió en 1982 tras la muerte de Leonid Brézhnev, en 1984 tras el fallecimiento de Yuri Andropov, y en 1985 con la muerte de Konstantin Chernenko. En agosto de 1991, durante el intento de golpe de Estado contra Gorbachov, los canales soviéticos volvieron a emitir el ballet desde el amanecer, como forma de ocultar los acontecimientos reales al público.
En la canción “Kooperativ ‘Lebedinoe Ozero’”, Noize MC utiliza esa referencia como metáfora del poder envejecido, decadente y corrupto del Kremlin, comparando la “cooperativa” (término irónico para el círculo cerrado de Putin y sus aliados) con el ballet que siempre acompañaba las crisis del régimen.
Cuando el estribillo dice: “Quiero ver un ballet, que bailen los cisnes… Que el abuelo tiemble por su Lago…”, alude a que la vieja élite del poder ruso ya debería “bailar su última danza”, es decir, desaparecer del escenario político.
La frase “que bailen los cisnes” se ha convertido desde entonces en un símbolo de protesta contra la censura, la guerra y el envejecimiento del sistema autoritario ruso.
El “ruiseñor” del Kremlin
La mención a los Soloviov alude a la maquinaria propagandística oficial. El apellido Soloviov proviene del ruso соловей (solovéy), que significa “ruiseñor”, el ave que en la tradición eslava simboliza la libertad, la inspiración y la belleza del canto.
En la Rusia contemporánea, ese nombre ha adquirido un sentido opuesto: el principal propagandista del Kremlin, Vladímir Soloviov, ha convertido al “ruiseñor” en una voz monocorde del poder, reemplazando la melodía libre por el eco repetitivo de la censura. Su programa dominical en la televisión estatal lleva el nombre de - Moscu, Kremlin, Putin.
Por eso, cuando Noize MC canta “Fuera de la pantalla, Soloviov — que bailen los cisnes”, el verso se vuelve una ironía poética y política. El “ruiseñor” del Estado ya no canta por inspiración, sino por mandato, y los “cisnes” que deberían bailar representan el final de esa farsa televisiva. Es una forma de decir que incluso los símbolos culturales más puros de Rusia —su arte, su música y su palabra— han sido secuestrados por el régimen, y que solo cuando callen los falsos ruiseñores podrá escucharse nuevamente la verdadera canción de la libertad.
Juicio a la música y a los músicos
Durante el juicio, la fiscalía calificó el concierto como un “evento cultural masivo no autorizado”, mientras que la defensa insistió en que se trató de una presentación artística callejera sin fines políticos.
Además del arresto, a Naoko se le abrió un segundo expediente por “desacreditar al ejército ruso” (artículo 20.3.3 del Código Administrativo), delito que puede acarrear una multa de hasta 50.000 rublos.
La abogada Valeria Vetóshkina, de OVD-Info, advirtió que el caso “marca un traslado directo de la lógica represiva del Estado hacia la cultura”. Otros juristas, como Yevgueni Smirnov, señalaron que “la policía recibió una orden para detener el concierto y luego improvisó los cargos”.
La represión desató una ola de solidaridad en redes sociales y en plazas de distintas ciudades rusas.
Los videos del grupo fueron reproducidos millones de veces, y miles de jóvenes expresaron apoyo a los detenidos entonando canciones prohibidas o compuestas por la propia Loginova. En respuesta al arresto, el canal oficial de StopTime anunció el 16 de octubre: “Chicos, en el futuro próximo no habrá más actuaciones callejeras.”
Con el caso de Diana Loginova, el Kremlin confirma que su censura sigue vigente, no solo a los medios de prensa o las ONG: también a la música y a sus exponentes en las calles.
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